Sistemas de Creencias

¿Por qué haces lo que estás haciendo?, ¿Qué te motiva cada mañana a saltar de la cama?, ¿Hay alguna razón por la cual dejarías de hacerlo?, ¿Qué opinas de ti mismo/a? Casi todas estas preguntas han de ser respondidas de acuerdo a las vivencias o experiencias de cada uno. Si tu infancia fue satisfactoria o si no tuviste la atención según las necesidades infantiles, es probable que tengas recuerdos distintos a otros. Si en tu adolescencia fuiste protagonista o te escondías del resto, en los descansos académicos, es posible que las miradas y aceptación del sexo opuesto no hayan estado a la altura de lo esperado o tal vez esperabas mucho más. Que estés soltera/o, goces de un buen empleo o si te movilizas en transporte propio o “sufres” por los rigores del “Transantiago” puede que tengas una idea diferente de la vida.

   ¿Qué significado le otorgas a esas preguntas y respuestas del párrafo anterior? Ello depende de lo que pienses acerca de tu experiencia personal. Y en caso que ésta no fuese lo suficientemente perfecta como quisieras, ¿qué podrías hacer para revertirlo? Imagínate, por un momento, que de pronto todo lo que proyectaras realizar no pudiese fracasar; que tuvieras la certeza que lo que emprendas tendrá el resultado anhelado, ¿qué harías? Las posibles respuestas has de considerarlas ilimitadas; es decir, deberías dejar que tu imaginación dicte los límites puesto que nada  hará que falles en tus iniciativas. ¿Acaso consideras descabellada esas ideas? Detente y piénsalo unos segundos. ¿Qué hace que dude o vacile cuando más lo necesito? ¿No es esto lo que nos ocurre frecuentemente? Claro; es factible, también, que pertenezcas a esos pocos que nunca fallan y que, para ti, nada es imposible. Pues bien, todo aquello se basa, ni más ni menos, que en los “Sistemas de Creencias” que como humanos albergamos en nuestra mente.

   Los expertos aseguran que todo comienza con una “opinión”; a ésta le seguirá una o más “creencias” y, con el tiempo, se transformarán en una convicción. Esto ocurrirá, obviamente, siempre y cuando no hayas descartado la opinión original. Tal vez hayas notado que no te sorprende la idea de “descartar” una opinión. Sin embargo, ¿lo has intentado con una creencia? En una de esas te serviría, a modo de aprendizaje, tratar de desechar una de tus creencias. Y, si después de varios intentos cambias de opinión, ¿te atreverías a emprenderlo con una “convicción”? A dónde quiero ir a parar con esto (te debes estar preguntando). Lo que aquí pretendemos es concienciarte de que cada una de esas fases posee una intensidad distinta y a la vez creciente. Una “opinión”, por su baja intensidad, no representa mayor resistencia para ser eliminada; no así cuando se trata de una “creencia” y mucho menos si se pretende con una “convicción”.

   

   De acuerdo al Modelo de “Niveles Neurológicos” el nivel de “Creencias” comprende cuatro componentes:


  • Creencias
  • Valores
  • Criterios
  • Filtros mentales

   En su conjunto, esos cuatro elementos, conforman la personalidad de un individuo.   Por separado sus funcionalidades pasan por: “determinar a qué presta más atención una persona”; “por qué hace lo que hace”; “cómo considera que algo es muy importante en su vida y que se está cumpliendo ese "algo" (esto último, habitualmente, de modo subconsciente), etcétera.

Cuando un trabajador sabe que, para que su familia tenga todo lo indispensable en su hogar, ha de comportarse con responsabilidad en su lugar de trabajo y cumplir con las exigencias que le impone su empleador, es probable que sea la familia lo que más valora en la vida. No obstante, si se ve ante la disyuntiva de aceptar horarios de “sobre-tiempo” y dedicar más tiempo a la familia, pero termina aceptando trabajar horas extraordinarias, quizás no sea su familia lo que considera más valioso; pudiera ser, en tal caso, que la “seguridad” (a mediano o largo plazo) sea lo más importante para ese jefe de familia. Es factible, también, que lo que más aprecia es la recompensa que recibirá a fin de mes. Es probable que su mujer, por otro lado, no esté de acuerdo con el planteamiento de su marido; en tal situación a lo mejor ella posee una escala de preferencias distinta a las de su cónyuge. Y en otras personas nada impide que sea mucho más valorado otro tipo de cosas. Entonces, ¿de qué estamos hablando aquí? De lo que se trata es de los “Valores”; aquello que cada persona considera más importante en su vida. Esto es posible contextualizarlo. Es decir, revisar cómo evalúa, el individuo, lo más importante en su “empleo”, su “hogar”, en sus ratos de “ocio”, Etc.

   Suponiendo que el hombre, del ejemplo anterior, valorase como muy importante la “libertad” y como segunda preferencia importantísima se tratase de la “familia”, lo más probable es que esa persona arrastre consigo un “Conflicto de Valores”. Estaría viviendo en un constante tira y afloja, respecto de sus decisiones, entre gozar de su tiempo libre con los amigos, y la dedicación a su “familia”: jugar con sus hijos o sacarlos de paseo; llevar al cine a su esposa, Etc. Este tipo de situación es más habitual de lo que se pudiera creer. Y, también, se puede producir en ámbitos deportivos. Cuando se aprende a descubrir e identificar qué es lo que más valora un deportista un Cuerpo Técnico sabrá cuál es la fórmula ideal para motivar a su pupilo. 

Y, ¿qué ocurre cuando alguien no considera determinado “Valor” en su “Escala Evaluativa”? Dependiendo de la “Escala Jerárquica” posiblemente ese individuo, a los ojos de su Entrenador (en una de esas), esté cometiendo ciertas imprudencias en perjuicio  suyo; como deportista y como persona. Por ejemplo, si su “Jerarquía de Valores”, en sus diez principales preferencias no considerara la “salud”, ¿qué podría suceder con ese atleta? Una consecuencia podría ser que al no preocuparse, primordialmente, por su salud tal vez practique más de lo correspondiente; sobrecargue su cuerpo con ejercicios desmedidos o quizás para él sea algo “sin importancia” hidratarse oportunamente. Lo interesante de este ejemplo, en situaciones de ese tipo el deportista rara vez se da cuenta por sí mismo; alguien más debe advertirle de su desatino.


  Ahora bien, si un atleta entre sus Valores prioritarios no evalúa cómo muy importante la “Salud” y su Entrenador lo cita para informarse de la situación personal de su dirigido; especialmente porque lo ha estado observando, es posible que quiera conocer cómo se está cuidando su pupilo, y al preguntarle ¿cómo sabes que tu salud anda bien? El atleta podría responder: “intuyo que estoy bien”, “mi cuerpo me lo diría si algo estuviese fuera de lugar”, “no se preocupe ‘profe’, sé que estoy bien”. Un buen Entrenador se dará cuenta de inmediato, con ese tipo de contestaciones, que el deportista no está valorando su Salud. ¿Cómo así? Cada una de las respuestas del atleta, de nuestro ejemplo, son “Criterios” (¿erróneos?), con los que él evalúa su estado de salud. Una de las razones (es posible), quizás sea que la “Salud” como Valor, se encuentre en un lugar demasiado inferior, respecto de su Escala Jerárquica; de ahí sus Criterios erráticos. En el otro lado de la moneda, en caso que este mismo atleta tenga como Valor primordial (el más importante) el “Éxito”, y su Director Técnico le interrogase al respecto, porque quiere enterarse  de qué manera evalúa el éxito, posiblemente sus preguntas sean del tipo: ¿Cómo sabes que estás teniendo éxito? (nótese que la forma de interrogar es ocupando el verbo estar con la modalidad “Teniendo”; no dice “tienes”: Esto guarda relación con el uso de la “Línea del Tiempo” y la utilización de los “Tiempos Verbales”). El atleta pudiera, entonces, contestar: “si me propongo un objetivo y el resultado es positivo, sé que tengo éxito”; “cuando la gente me aplaude, en las tribunas, y vitorean mi nombre estoy siendo exitoso”; o bien quizás responda: “mi casa en la playa, el automóvil deportivo que tengo y la cuenta bancaria me ‘dicen’ que soy una persona de éxito”. Tales respuestas son “Criterios” con los cuales esa persona evalúa que su Valor más importante en la vida, “Éxito”, se está cumpliendo.   

 

  Sin embargo aún hay más información en las respuestas que ha dado el deportista, en el párrafo anterior. Suponiendo que ese Entrenador quisiera, por un lado, motivar eficazmente a su dirigido y por otra parte, buscase la fórmula correcta para convencerle (de una mejor estrategia, del mejor horario para entrenar, Etc.), para tales objetivos tendría que poner atención en los “filtros” que forman parte de la mentalidad del deportista. Los “Filtros mentales” o “Rutinas programadas” corresponden a la forma en que cada individuo filtra todos los estímulos que recibe, dejando pasar aquello a lo que pone más atención. Imagina que el deportista, del ejemplo que estamos analizando, decidiese adquirir un vehículo para irse de excursión con su familia y estando en la concesionaria el vendedor le preguntase: ¿qué tipo de vehículo desea? Las respuestas del cliente (el deportista) nos harán saber a qué presta más atención, preferencialmente el atleta (no se trata de algo absoluto; se trata de tendencias). Algunas de sus respuestas pudieran ser: “busco un vehículo que me dé tranquilidad al transportar a mi familia”, “lo que quiero es un 4X4 que me permita subir pendientes lo más rápido posible”, Etc. La primera contestación indica que el potencial cliente de la automotora lo que busca, en realidad, es evitar que algo malo le suceda a los suyos. Si por el contrario, la respuesta fuera la segunda alternativa, esa persona nos estaría revelando que lo que anhela es ir en pos de la aventura; sentir la adrenalina en su cuerpo. En este caso el probable comprador, presta más atención a la “búsqueda de placer” en vez de “evitar el sufrimiento”. Con estos dos ejemplos estaríamos analizando uno de los “Filtros” más estudiados y recurrentes que se utilizan para descubrir “cómo piensa una persona”. Aquí estamos analizando e ilustrando sólo uno de los muchísimos “filtros” existentes.    

 

    Esperamos que con este breve análisis, de los “Sistemas de Creencias”, puedas formarte una idea aproximada de lo importante que es, tanto para el deportista como para el entrenador, el aprendizaje de estos conocimientos.